samedi 11 janvier 2020

Todo el era poesia. Sus manos, que se movian solas cuando su mente volaba. Sus cicatrices, que dejaba sanar con el frio y el viento. Sus ojos tan grises y llenos de hoy. La manera en que me miraba sin entenderme pero sabiendo que no hacia falta, que lo importante era mirarme.

Todo en èl era un poema de Neruda, o un ensayo de Zambrano en que una isla es una casa y la esperanza un timon que lo aferra a la vida.
Todo él, si.

Si yo pudiera imaginar que no lo iba a ver màs le deria mi mano; y prometo que no la soltaria hasta que la apretara, y me dijera asì: "estoy preparado para irme".
Pero como no lo dijo no sé si lo estaba, y como me pidio que me quedara y no lo hice, nunca podré saber si hice bien.

Pero sé que me amaba asì, tan llena de ego y de errores, y a pesar de todos mis peros en que no podia verlo. Sé que me amaba asì, aunque yo le reprochara una y mil veces ser como era, tan imperfecto. Y ahora todo lo que me faltan son cada uno de sus errores, de sus bromas a destiempo, de sus descuidos y sus malas costumbres. Todo lo que me falta es que se equivoque, pero que esté. Para que no se repitan los errores. Para que no pueda estar sin llamar, para que pueda mirarlo bien firme de nuevo, y decirle que lo amo bien fuerte, como es y como ha sido. Que lo amo a él, pero sobre todo, que amo cada uno de sus peros.

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