samedi 4 janvier 2020

A veces no sé por donde empezar a quererte. Y me encuentro repitiendome: "tiempo, tiempo, el amor es tiempo".  Eso me lo enseña una y otra vez Lyon. Eso me lo enseñan una y otra vez los franceses.
Esta tierra francesa que encuentro tan llena de contradicciones, y que a su vez, me enseña tanto...Porque estamos estamos hechos de dualidades que se entrecruzan una y otra vez. La Alegria y la tristeza, el miedo y el enfado. La sociedad de vivir de prisa y de querer tiempo. Ponemos precio al tiempo, queremos màs tiempo de pausa, y cuando ésta llega… nos ponemos nerviosos y se lo entregamos al primer entretenimiento que aparece sin pensar verdaderamente, a qué lo queremos dedicar. 
En esa dualidad se pasa la vida: me quiere, no me quiere. Pero y yo, me quiero? y si la persona que amé se marcha, se lleva mi capacidad de amar? Las preguntas màs importantes no tienen respuesta correcta, solo elecciones. 
Mi padre no solo no se ha llevado con el mi capacidad de amar, sino que me sigue ensenando, con su ausencia, a quererlo. Tambien me ensena con muerte, a amar la vida, aunque duela. Y a agradecer, incluso el sentir nostalgia. Porque la nostalgia es aquel sobre abierto al que se puede recurrir cuando se te llenan las manos de frio, y no eres capaz de escribir sin herirte. 
La nostalgia es de las cosas màs bonitas que nos pasan al mirar el pasado, aunque puede ser peligrosa si se utiliza para no amar lo que hay.

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