vendredi 13 février 2015

El optimista se sentó a la mesa, miró a su alrededor
y se sirvió un poco de lo poco que halló. Le dijeron
que había demasiado nada (en realidad había pocomucho)

pero él devoró su ración sin hacer comentarios,
abrió el periódico, se fumó su café y acabó
de cenar en paz. Pensó: tengo derecho a comer con alegría
lo pocomucho que me gano mientras llega la abundancia.
Sin embargo seguían hablando de todo lo que no hay
no hay no hay no hay. No hay esto ni lo otro.
Pero el optimista se levantó en silencio
y otra vez recordó aquellos años en que sólo comió
lágrimas. No había nadie para decirle no hay sopa o bistec
o tome un pedazo de pan duro para el perro de su hambre,
pero jamás de sus dientes salieron discursos.
Y ahora estaba satisfecho de la cena frugal. El hombre
salió a la calle y echó a andar mientras silbaba.
Las luces eléctricas le recordaron el porvenir.

FAYAD JAMÍS


" la primera impresión, 
lo que hay debajo del color, 
una raíz, lo te pega en la nariz."  https://www.youtube.com/watch?v=2AnXa7NcZak

Si tuviera que empezar a escribir un viernes, lo haría sin tus palabras, pero con la retina anclada en tu sonrisa, y la dulzura de tu voz. Confieso que he sido rescatada de ese camino fácil que es mirarse en los demás...confieso que a veces me cuesta desatornillarme acariciando únicamente con mis dedos, sin sus ojos... Confieso que sin estar preparada, tengo ganas infinitas de compartir...sin saber muy bien el qué, ya vendrá. Si lo importante es la esencia y no el saber, no llego a comprender qué nos mantiene tan lejos, con tanta capa y estructura artificial que fija horarios ritos y rutinas, que me descose y a la vez me sostiene, porque me hace amiga del tiempo. El tiempo obligado del que a veces queremos zafarnos pero sin el cual no podemos girar este mundo, anquilosado en verdades que reconstruir. Confieso que me derrito con tu ternura, con tu voz que se enciende, suavizándose...y aunque el miedo trata de paralizar, abro el corazón y estoy, hace tiempo que no estaba...tan cerca de mí como ahora. Y en esa vulnerabilidad me relleno como con un efecto de ventosa de toda la fortaleza dibujada en pasados, vivida a presentes y que se proyecta por cada poro...para empezar donde estoy.

Se caen los escudos, y sin lanza,
pero con lápiz y papel, comienza un nuevo dibujo.

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