Siempre seré lo que soy. Es inevitable. Ni el paso de los años, ni las ganas de que me veas, de que me entiendas pueden cambiar eso. Nada puede cambiar a una niña que sólo es feliz cuando juega al fútbol, aunque a ti el fútbol te parezca burdo o grosero, aunque te parezca un oficio menor... A mi me hace vibrar, y me recuerda quien soy. Y no puedo convencerte de lo contrario. Porque todo empezó allí. Todo empezó el día en que descubrí que no necesitaba más que una pelota y una pared para ser campeona del mundo. Allí comprendí que podía aprender sola, que para soñar, no necesitaba a nadie. Allí comprendí que el talento tiene que ver con el amor. Tiene que ver con ese amor que te saca de donde estás para llevarte a ti ... Y ruedas, juegas, y sigues rodando sobre un balón. Explorando cada uno de los vértices. Explorando el propio equilibrio, jugando a cambiar de velocidad, de ángulo, de comienzo... Jugando a ser libre con un trozo de tela inflada, o una lata, jugando a ser libre con una pequeña pieza de metal que haces bailar entre tus pies. Que acercas, alejas. Que es tu prolongación y tu casa... Que es lo único que está fuera de ti que te entiende.
No puedo renunciar a eso, ni por todo el dolor del mundo, ni por la vida que se paró y ya no está. No puedo porque va más allá de mí. Es mi niñez, y es quien soy.
Y si alguna parte de ti pretende, que para que tu mirada me acepte, renuncie a esa voz, es que NO HAS ENTENDIDO NADA.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire