dimanche 3 avril 2022

 Pararse para saltar.

Me recuerdo en la sala de espera de aquella clinica, esperando los resultados de mi resonancia magnética, sola, temblando por dentro...de nuevo no. Ahora no. Tratando de enfocar todas y cada unas de mis vibraciones a mis celulas para que alineadas, me cuenten que no me habia roto el cruzado otra vez. Y todavia creo, si, todavia creo que es posible...

El radiologo me llama, con empatia, con buen humor pero sabiendo la que viene. Malas noticias, Cruzado y menisco, en asa de cubo. No solo hay que operar, sino que hay que darse prisa. 


Y tengo que confrontarme a decepcionar en el trabajo. Y tengo que confrontarme a decirle a alguien que voy a decepcionarles, que no voy a cuidar de mi palabra, porque voy a cuidar de mi. De nuevo a alguien que no lo merece, y a quien quiero cuidar por encima de mi, como si esas personas, egoistas de màs, que unicamente piensan a su propio interes, tuvieran el derecho a validarme.

Paro, porque tengo una excusa. La valentia que me sobra para otras cosas, para ponerme en riesgo, para cuidar a otros, para defenderme de la injusticia, para levantar la cabeza cuando me miran por encima, me falta. 

el cid campeador y las puertas a la vida

 No se puede herir a alguien que no sangra. No se puede alcanzar ni con la bala y ni con la piedra.  No se puede manipular a quien no teme, ni matar a quien se sabe efímero. Aquí todo está en orden, la soledad ha tomado el ritmo, y de tanto conocerme no me entiende. Porque entenderse es descubrir. Es mirar, con unos ojos que aun no saben. 

Y por eso Soledad no me quiere, porque no descubre quien soy, solo cree saberlo.

Hoy es un relato en que entran nuevas personas, a removerme los posos y hacerme intuir nuevas ganas. Un relato donde mi estomago baila, como quien baila a duermevela. A veces se contrae, se asusta y corre. Otras se expone, sabiendo que en lo nuevo tambien puede vivir el amor.

Ella se llama puerta, mi libertad. Siempre llega pronto, entra corriendo y tiembla despeinada mientras se dispone a que la abra. Parece si, una puerta abierta. Pero cada vez que la abro, y transito entre sus ecos...cada vez me pierdo, y ya no sé quien es quien. Por eso la temo, esa puerta, porque temo perderme en ella, y no saber volver al punto de partida. Quien es ella y quien soy yo. Porqué cuando la miro parece que me veo, aunque no sea yo, aunque sea otro tiempo. Porque no puedo mirar sus ojos, ni acompañarla en sus recovecos sin perder la calma. No lo sé. 

Tampoco sé porque esa puerta queda abierta cuando el pasaje se cierra, y sigo cruzando de un umbral a otro como un campeador entre Burgos y Toulouse. Pero sé, que es una puerta que no quiero cerrar, porque me invita a la vida.