dimanche 22 janvier 2017

El artista nace con los ojos cerrados...pero puede ver la vida tras sus párpados. El fuego que me une a sus mejillas no tiene nada que ver con un abismo entre costuras... es más un comprenderse, que un saltarse la distancia. Es más un "soy ahora, contigo" que un juego de palabras inservibles. Que un "hasta luego" porque " nos volveremos a encontrar", que un adiós sugiriendo eternidad...que un "estaré" de papel y entre la euforia. Es, como decir...realidad.

Es un baile de energías en el que gana, quien se deja entender...una multiplicación que sobrepasó la suma, a base de honestidad. Es presente y está lejos de ser mi horizonte. Porque entiende, entendemos...que arder la vida con tantas ganas, que puedas crear un incendio en sus pupilas...implica lealtad al propio camino. Y por eso vienen, a su lado, alegrías de incendio. Y por eso me cura, y me bebo sus besos sin saciarme. Por eso ha llegado la primavera a este invierno sin dejar si quiera, instaurarse al frío.

Por eso la tristeza ya no tiene lugar, aunque insista...porque la fuerza de la comprensión tiende puentes que sólo los valientes cruzan, y los alza a la vida. Y no al cielo, no... les alza a la vida: un yo  profundo que se descubre al desnudo junto a otro y no teme ser verdad, ni perder fuerza ni... teme ser visto.

Solo podemos amar lo que vemos, el resto es fantasía, pero el amor ha de ser visto, y mirado

jeudi 5 janvier 2017

No sé  cómo llegaste hasta aquí. No sé por qué hay tanto frío en las noches que no estás, si solo has estado una...
A veces para encontrarse no hace falta compartir aire, ni mirar el mismo sendero, no hace falta acariciar los paisajes a la vez, ni que sean el mismo... basta con imaginar que lo haces... basta con entender el significado del amor, de enamorarse...
Ese que va mucho más allá de acariciar la pasión en el otro.. ese que trata de ti.


Y esa sensación nace directamente de tu pecho. No hace falta que el otro la mire. Y da igual si llega o no a puerto...es algo así como mar. Te embriaga. Nace de tí, y además te embriaga, y no sabes bien donde acaba...y mucho menos donde empieza, pero su sal te cura.

Y aunque el mar es Bravo, y a veces, se convierte en ciclón, también se le puede domar. No dirigirlo, no. Pero si fluir con él, aprovechar su impulso y viajar, o bajarse del barco, esquivar una ola a tiempo, para que no te revuelque. Y así, construir un vals.

Un compás de tres tiempos al que ir añadiendo estrofas... un lugar para el encuentro de las pausas tras los contratiempos, un espacio en los silencios de blanca, y también de negra...un lugar donde el tempo lo marque el entusiasmo, y no la inercia. Allí quiero llegar contigo, y que encuentres tu armonía. Y es entonces, cuando la pausa es arte, que... se construye lo imposible: el entusiasmo dentro de la calma. Un reflejo auténtico de la vida: mirarse con la luz encendida.