mardi 23 juin 2015

Todos deberíamos ser capaces de poner encima de la mesa el dinero, los móviles, nuestra imagen, mirarlos como EXTERNO y discernir, claramente, "quien es dueño de quien" y lo mismo, exactamente lo mismo con el juicio y con el miedo. Con ese mapa de experiencias que volcamos a los demás mientras nos ofendemos ante sus opiniones, que son solo eso: opiniones. Y las opiniones sobre un contexto no hablan de mi, no han de tomarse personalmente. Tampoco las opiniones sobre las actitudes, porque lo que tu interpretes sobre la actitud del otro no lo define y mucho menos lo relega a tu concepto del bien. Las mejores conversaciones son las que te devuelven a ti misma, sin falta, pero para eso, hay que estar dispuesta a escuchar y sobretodo, a verse reflejada en lo negativo del otro aunque no me guste. Hace falta mucha valentía para encontrarse en aquello que rechazamos del otro.



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