mardi 21 mars 2023

El conejo y el tiempo

 Recuerdo que él me comparaba al conejo de Alicia en el país de las maravillas. Y sonreía al verme correr, sabiendo que no podía atraparme. Pero me atrapó. No por correr más rápido, sino entrando por el único sitio que para mí era calma: las palabras. Y las cosió una a una, dandome la oportunidad de transformar los errores y tantos de mis miedos, en peculiaridades. Riéndose del tiempo y del mar, bailando con los barcos, vendando mis ojos para poder sentir que la vergüenza tiene que ver con el miedo a ser vista. 

Me atrapó, casi, para siempre. Hasta que lo dejé ir.  Dejé ir todas y cada de sus palabras, que para él eran pájaros de temporada y para mí eran lazos...

Una a una, tuve que desenredarlas de mis recuerdos y permitirlas volar, desde aquel lugar tan libre en que solo él me quiso.

Jaque a las prioridades

 La enfermedad y la muerte ponen en Jaque a las prioridades. La vida te está avisando siempre. Te va dando avisos de diferentes tamaños según tu capacidad de escucha. No quiere decir que los golpes sean castigo, no quiere decir que quien no escuche, necesariamente enferme. Pero sin duda el duelo por la pérdida de la vida o de una capacidad, te invita a escucharte más profundamente. A veces porque te para de golpe, a veces porque no te deja más alternativa a ser capaz que con la escucha. ¿Es bonita la enfermedad? Es necesaria, como el miedo, como el dolor, como todo lo que forma parte de la vida. Lo que es bonito, a mi forma de entender es escuchar lo que la vida tiene para decirte, aunque no te guste, aunque te duela.

Esperarte

 Ahora me queda esperarte, y sé que es un tren perdido. Porque mi corazón ya ha visto que no volverás, aunque te encuentre en tantos sitios.

Me queda también, y no sin ir más lejos, dejarte ir. Porque aunque recorra todos y cada uno de los lugares que aún te nombran, aunque te oiga en otros cantes, aunque te escuche en mi voz, ya no estás, y he logrado acostumbrarme. Pero la costumbre solo se parece a la aceptación, y no es lo mismo. Me he acostumbrado a no verte, pero no quiere decir que no sueñe con que aparezcas. Y dejarte ir, es como quemar la primavera...me da miedo.

Me da miedo no ser quien soy si te marchas. Me da miedo ser de nuevo aquella niña a la que solo calmabas tú y que ya no estés. Aunque sé que ya estoy preparada.